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Construir El Mar


Apologías de lo posible. Acto I construir el mar propone a través de la instalación, la imagen, el video y la acción participativa, una experiencia contingente que pretende de forma explícita dialogar con los discursos de nuestras modernidades sensibles. La pregunta central que mueve las pretensiones de esta exhibición, un gesto manifiesto para encarar las utopías como formas y experiencias en la contemporaneidad, se construye mediante una dinámica que incita al espectador a sumergirse en el anhelo de transformar el paisaje natural o urbano desde las propias potencialidades del cuerpo y el acto individual y colectivo.

De esta manera, mediante la irrupción de la metáfora como potencia creadora de nuevas realidades, Miguel Braceli propone una coreotopía que enuncia como gesto simbólico el desbordamiento de los límites que suponen las formas naturales y arquitectónicas, así como sus sentidos históricos y formalidades estéticas. Es decir, construye una coreografíaque propone llevar el mar a la Ciudad Universitaria de Caracas como deseo liberado y liberador: a través del cuerpo que habita el lugar en el acto, a través del cuerpo que habita el lugar en la acción, a través del cuerpo que subvierte el lugar en la alteración de los límites perceptivos de aquello que es concebimos como realidad.

Entonces, resulta significativo destacar que este gesto implica un humanismo disruptivo que no renuncia a la práctica sensible, sino más bien se erige desde su propia experiencia. No se trata de un humanismo centrado en las formas y por tanto en la racionalidad como muchos entienden el discurso moderno. Sino, en contraste, nos referimos a un humanismo diverso, plural, sensible, agónico; donde las formas se construyen como actos simultáneos de individuos que confluyen dialécticamente conformando un colectivo: un humanismo inclusivo y dialógico.

Desde esta perspectiva, un punto esencial que emerge de la pretensión de construir el mar en la Ciudad Universitaria gira en torno a la concepción de utopía. En este horizonte la propuesta de Braceli no se limita a la tejedura de una poética de las formas, sino que apunta a la concepción de un espacio ético; por tanto, político. Lo que merece atención es que la defensa de la utopía como alternativa no se elabora desde la nostalgia alejada de la experiencia de lo vivido de la esperanza como imaginación pasiva. Por el contrario, sumergirnos en el hecho de construir el mar como acto poético permite la confluencia integradora de cuerpo y lenguaje, proceso que permite catalizar la imaginación como acto creador. De esta manera, podemos vislumbrar nuevas modernidades capaces de proyectar opciones para la realización plena de las capacidades humanas.

Quizás se trata de asumir la posibilidad de re-encantar lo moderno desde nuevas perspectivas. Tal vez, debemos hablar de re-imaginar las modernidades desde visones emergentes y en emergencia, ya que éstas deben estar en función de un diálogo con los dilemas propios de la contemporaneidad que la alberga y los lenguajes que le confieren sentido, sus maneras de ser. Construir el mar representa apenas el primer acto de una dramaturgia mayor en la trayectoria creativa de un joven creador que nos invita a habitar el paisaje de nuestros tiempos a través de la belleza de las metáforas como formas emergentes y en emergencia de estar en el mundo.

Gerardo Zavarce

Apologías de lo posible

Acto I: Construir el mar

Galería de Arte UCV – Ciudad Universitaria de Caracas - 2015

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